lunes, 26 de julio de 2010

La Unidad: “Nosotros somos la conducción y tomamos una decisión que vamos a efectivizar”


El rumor decía: “los chinos (La Unidad-CEPA-JCR-PCR, actual conducción del Centro de Estudiantes de Humanidades), pretenden ceder el espacio de la fotocopiadora de arriba a Grupo Académico (ex Franja Morada-GEN=Stolbizer-UCR, actual conducción del Centro de Estudiantes de Arquitectura y Diseño), concentrando toda la actividad del Centro de Copiado del Complejo en la fotocopiadora situada en la entrada de la Facultad de Humanidades. De esta manera, despedirían más trabajadores al reducir el personal y le ofrendarían un espacio, ganado en la lucha, a quienes son enemigos de la educación pública –o algún otro improperio-”.


Una operación que remeda a los ajustes menemistas no nos pareció en principio inverosímil no sólo por las relaciones que la actual conducción mantuvo y mantiene con los sectores más reaccionarios, como CAUCES y la Franja Morada, sino por su propia y nefasta idiosincrasia. Estas tres fuerzas, en conjunto, defendieron la ilegítima elección de Rector e impulsaron el proyecto pro-tercerización del comedor avalado por el mismo Rector. A nivel nacional la alianza CEPA-Franja Morada, aliados junto con la Sociedad Rural en el conflicto del campo del 2008, conforman actualmente, por ejemplo, un frente estudiantil en la Universidad Nacional de San Juan, llamado “Unidad Estudiantil”. Véase la noticia en la propia prensa oficial del PCR (http://www.pcr.org.ar/file
/Hoy/1310/1323.pdf, página 12 del archivo):

Frente a la indignación que nos surgió, fuimos preocupadxs a la facultad y nos encontramos con suspicaces movimientos en el Centro de Copiado, por lo que nos acercamos al CEH para corroborar o rectificar el rumor y obtuvimos la siguiente respuesta confusa:



“Estamos haciendo una transformación del espacio, reorganizando el Centro de Copiado para convertirlo en una sala de estudio. Todo el material de las diferentes carreras va a ser concentrado en la fotocopiadora de abajo. Van a haber tres colas; dos para pedir y una para retirar. No pretendemos entregar el espacio a Grupo Académico. En cuanto a la continuidad de los trabajadores, se van a convocar por Servicio Social para que pibes de primero y segundo año entren a trabajar”.



La transcripción ensalza lo que de por sí fue una exposición incongruente y defensiva, defectuosa y altanera. Las dudas que debían disolverse se multiplicaron al instante.



Lamentablemente no podemos brindar más información porque carecemos de la misma. ¿No es curioso que un austero y humilde comunicado tenga que suplir la información que de hecho debería estar siendo difundida por la “conducción” del gremio? ¿A qué clase de Centro de Estudiantes nos acostumbramos para percibir como natural una situación de desconocimiento absoluto y de medidas no transmitidas y mucho menos tratadas colectivamente?



La Unidad (CEPA-JCR-PCR) sólo convocó a Asamblea de Humanidades sobre el final de un cuatrimestre desolado y lo hizo para reivindicar y legitimar su línea nacional. Por supuesto, omitieron comentar el proyecto de una reforma tan importante como el que concierne al Centro de Copiado y distrajeron a lxs presentes con declamaciones fingidas y crédulas. Tampoco se tiene la certeza de que se haya conformado una nueva Comisión Directiva para tratar estos temas, que no deberían excluir a nadie pero que de hecho lo hacen. No sólo excluyen a organizaciones opositoras, sino a la totalidad de lxs estudiantes, graduadxs y docentes, excepto, claro, a ellxs mismxs. La disyuntiva que se presenta no admite una respuesta positiva: si esta es una anécdota más en el extenso historial de decisiones autoritarias (como el cese ilegítimo del convenio colectivo de trabajo de la fotocopiadora, la consiguiente expulsión de trabajadorxs, el inconsulto aumento de la copia, etc.), entonces ya nada resulta inverosímil; pero si esta es una medida de último momento, que como tal no pudo presentarse en la última asamblea de Humanidades (del 24 de Junio), entonces carece de toda la planificación necesaria y es lamentablemente improvisada. Esto nos indica que, en cualquiera de los dos casos, la política de Humanidades está extraviada y dependemos de una conducción caprichosa, megalómana y despótica.



En un momento crucial en el cual se suman voces disconformes que se oponen al despotismo de la gestión de la Facultad de Humanidades, la Unidad prefiere abstenerse y, en cambio, reproducirlo fielmente en su propio dominio. Este gesto, imitado hasta el detalle, de esperar a las vacaciones, cuando no queda nadie en la Facultad, para llevar adelante decisiones trascendentales tomadas de modo unilateral, es un claro ejemplo de ello. Todo este autoritarismo de la gestión del CEH se expresa cabalmente en una de las frases que profirió con insistencia y leves modificaciones Federico Mastronardi, miembro de la La Unidad, cuando preguntamos, casi ingenuamente, cómo habían resuelto la reestructuración del Centro de Copiado: “Nosotros somos la conducción y tomamos una decisión que vamos a efectivizar”.



En base a la información disponible no podemos concluir ni la certeza del rumor citado ni la veracidad de las versiones oficiales sobre el futuro del Centro de Copiado de Humanidades. Es, por lo tanto, necesario que sigamos todxs alerta para impedir cualquier avance autoritario (más) en el CEH.





espacio deconstrucción asamblearia

Mar del Plata, 20 de Julio de 2010 (“vacaciones” de invierno).

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martes, 20 de julio de 2010

¡Para que Humanidades viva, Rosenthal debe renunciar!




"¿Hasta cuándo el furor de los déspotas será llamado justicia y la justicia del pueblo, barbarie o rebelión?"

Robespierre.

Porque en Abril de 2008 se impuso la elección de la decana. Sin siquiera dar a conocer un proyecto de gestión la decana Rosenthal fue impuesta en una vergonzosa y antidemocrática sesión de consejo académico. Con las luces del aula apagadas, resguardados con sus matones y alumbrando los votos con sus celulares, los consejeros académicos llevaban a cabo la fraudulenta elección. Una vez realizada la votación, escaparon por los pasillos con sus votos como presas hacia un lugar más oculto (el decanato) para disfrutar sin molestias su banquete. Así se impuso la era Rosenthal.

Porque adulteraron los jurados de los concursos de Geografía. Con la intención de consolidar y expandir su política intervencionista, la gestión de la decana Rosenthal decidió pervertir los jurados propuestos para los concursos de Geografía, mancillando, así, las decisiones del consejo departamental. En ese momento, la mayoría de dicho consejo era oposición política de la gestión de Humanidades. Por eso, como siempre, las decisiones son llevadas al terreno donde se centraliza el poder de la gestión, donde sí goza de la mayoría, el consejo académico. Así se ejecuta la política de la era Rosenthal.

Porque la respuesta al reclamo por la transparencia de los concursos de Geografía fue la suspensión de facto de las mesas de finales. Ante el atropello narrado en el párrafo anterior y la ausencia de explicaciones, estudiantes, graduados y docentes de distintas carreras decidimos repudiar las medidas de la gestión mediante la vigilia permanente afuera de las oficinas de decanato, en espera de una respuesta coherente. La respuesta nunca llegó, en su lugar se ejecutó una represalia sin precedentes en la universidad: suspender las mesas de finales de toda la facultad de humanidades durante el mes de diciembre de 2009. La complicidad de la conducción del centro de estudiantes (La unidad – CEPA – JCR - PCR) con la gestión se evidenciaba en su obstinado intento de desmovilización dentro de las asambleas y en sus constantes negociaciones a puertas cerradas con Rosenthal. Otra prueba de la complicidad fue la denuncia conjunta de ambos y la criminalización de la protesta de los estudiantes, docentes y graduados organizados. Así opera la policía de la era Rosenthal.

Porque una de las medidas fue prohibir a los docentes interinos- el mayor número de docentes de la facultad- votar a sus representantes. Ante el miedo a perder la suma del poder público en las pasadas elecciones docentes, la gestión de la decana Rosenthal anuló el derecho a votar a los docentes interinos, garantizándose, así, un triunfo antidemocrático pero seguro. Medida que nos remite a estadíos feudales de ejercicio del poder, donde el voto sólo era el privilegio de los ‘notables’. De esta manera, el gran número de docentes nuevos de la carrera de Sociología –potenciales opositores- ya no serían una amenaza. Así se defiende la era Rosenthal.

Porque persiguen política, personal y académicamente a los estudiantes, docentes y graduados que se oponen a su gestión. Pero la anterior no fue la única represalia. La reprobación de exámenes sin causa justificada en mesas de finales, la amenaza de juicio académico a docentes y de sanciones disciplinarias a estudiantes; el amedrentamiento personalizado a estudiantes por parte de la misma Rosenthal y medidas con formas legales que atentan contra personas particulares, por ejemplo la nueva decisión de la Secretaria de Investigación, Marta Arana, de prohibir a los becarios de CONICET de la carrera de Filosofía, dictar clases en la facultad, sabiendo perfectamente a quienes perjudica. Así se disciplina en la era Rosenthal.

Porque intervienen los registros de antecedentes a su gusto, porque designan como docentes a sus punteros políticos y porque no sustancian los concursos. Paradójicamente, aquellos que ostentan la legalidad y que dispensan las leyes apelando al orden institucional y la democracia, necesitan, para poder llevar a cabo su política totalitaria, altas tasas de ilegalidad. Una clara muestra de esto son los mecanismos con los cuales se designa a los docentes. En primer lugar, el sistemático boicot a la sustanciación de concursos públicos (recordemos que los únicos docentes que tienen ‘legalmente’ derecho al voto y a los cargos políticos son los docentes regulares, es decir, concursados) o la realización de concursos sólo para aquellos docentes que den muestras claras de lealtad incondicional. En segundo lugar, negarse obstinadamente a la alternativa más legítima ante la falta de concursos: los registros de antecedentes. O, en caso de que sea inevitable negarse a su realización, adulterarlos a su conveniencia. Así, ya es costumbre, o bien poner jurados que sean ‘hombres de confianza’, o bien ignorar lo decidido por los jurados propuestos por los consejos departamentales, manipulando los órdenes de mérito. Es el caso de lo que ocurre regularmente desde la apertura de la carrera de Sociología con la designación de sus docentes. Por último, la opción más grosera y a la vez la favorita de Rosenthal es la designación -a dedo- como docentes, de sus punteros políticos. Es el caso de Daniel ‘Cholo’ Vázquez quien obtuvo un práctico a su cargo, cuyo curriculum no ha sido visto siquiera por su amiga íntima Marta Arana. El poder, en términos absolutos, tal como lo ejerce la gestión de Rosenthal, implica que aquellos sobre los que se ejerce estén siempre en una situación de ambigüedad. La gestión necesita precariedad laboral para constituir su absolutismo. Así se perpetúa la era Rosenthal.

Porque todas las decisiones de los consejos departamentales que se oponen a la gestión de Rosenthal son sistemáticamente avasalladas como si no existieran. La forma de gobierno de la universidad propicia este tipo de prácticas antidemocráticas desde el momento en que declara a los departamentos como órganos meramente consultivos. Pero a antidemocrático, antidemocrático y medio. Al absolutismo de Rosenthal y su gestión no le es suficiente con que sean meros órganos de asesoramiento, tal como indican las ordenanzas, sino que los reduce aún más, convirtiéndolos en fachadas de su farsa democrática. Si hay ley se aprovecha todo el totalitarismo que esta permita y cuando no la hay, se es simplemente un déspota. La última decisión de la decana de nombrar a un nuevo coordinador de la carrera de Sociología, seguramente un fiel servidor, por medio de un decreto al mejor estilo menemista y sin siquiera esperar el asesoramiento del departamento de dicha carrera es una muestra clara de lo que decimos. Así se legisla en la era Rosenthal.

Porque el honorable consejo académico es el órgano supremo de corrupción de la facultad de humanidades. Cuando las instituciones que hacen gala de la democracia se hallan vaciadas de discusión, participación y debate; cuando la argumentación es más una propiedad de las amebas que de la mayoría docente que gestiona la facultad, cuando las decisiones están sujetas al clientelismo y las roscas de pasillo, el consejo académico – órgano supremo de decisión- no es más que la sala de teatro donde se practica cada miércoles la comedia guionada y ensayada. El pasado 7 de julio, en la última sesión de consejo académico, estudiantes, docentes y graduados de humanidades nos presentamos para exigir explicaciones ante el atropello de la designación del nuevo coordinador de la carrera de Sociología –el Sr. Halperín-. Allí se solicitó que se vote que la decisión del coordinador de la carrera sea potestad del consejo académico y no de la decana. La respuesta de la decana y la mayoría docente fue una cara sin muecas y una ausencia total de argumentos, ese día ni siquiera habían ensayado la comedia. De los dos momentos con los que cuenta la farsa democrática –el de la argumentación y el de la fuerza (el simple alzado de la mano para emitir un voto)- sólo al último acudió la gestión: ‘ustedes seis votan en contra, ellos seis a favor y yo desempato’ (Rosenthal dixit). Sin embargo, uno de los seis leales de Rosenthal –Hernán Murano, quien seguramente no se había aprendido el libreto- desobedeció a la Señora Decana y votó en su contra. Miradas desencajadas, gritos, furia y retirada estratégica para dejar sin quórum la sesión fueron el acto final de una obra evidentemente improvisada.

La ilegalidad que conlleva la resolución de la decana al nombrar el nuevo coordinador de la carrera de Sociología sin refrendarla en el consejo académico de la facultad, la sistemática desaparición de las grabaciones comprometedoras de los consejos académicos, el obsceno dictado de los votos por parte de la decana y algún que otro esbirro –como Alejandro ‘el gordo’ Bustos- hacia el resto de sus leales consejeros, la desaparición de expedientes, la adulteración de las actas del consejo académico, la mentira descarada sobre los resultados de las votaciones, incluso de las realizadas a la vista de todos, el saltear el voto de aquellos consejeros que pudieran votar en su contra –como lo hizo Luis Porta, quien oficiando de secretario del consejo en la última sesión, evitó preguntar en voz alta el voto de Hernán Murano, buscando solapar así que el súbdito se había veleteado-, el abuso sistemático de poder para decidir sobre el futuro de las carreras, la información sobre la apertura de tres nuevas carreras publicitada en los medios y ocultada para el resto de los miembros de la facultad, el absolutismo como práctica política oficial dan cuenta que el órgano de concentración de poder y decisión de la facultad es también el supremo órgano de concentración de la corrupción. Así se rige en la era Rosenthal.



De todo lo que dijimos sólo cabe deducir la necesidad del fin de la era Rosenthal. Pero los tiranos no posan por si mismo sus cabezas debajo del filo de la guillotina. Y no hay que confiarse de la conducción del gremio estudiantil (Unidad-Cepa- JCR- PCR) que, o bien con petitorios o documentos burocráticos solicitarán cordialmente -¡y con el respeto que se merece!- a la decana apoyar su cabeza sobre la guillotina o bien, junto con CAUCES (Corriente de Alumnos Universitarios de Ciencias Económicas y Sociales – Partido Socialista) –los perros guardianes de las gestiones de turno-, y la misma decana, como ya lo han hecho, negociarán lo necesario para resguardar el orden y criminalizar cualquier tipo de revuelta. Sólo son los sans-culottes, los pobres, los parias, los marginados, el vulgo, los estudiantes, los revoltosos, quienes pueden acabar con la tiranía.



¡Para que humanidades viva,

Rosenthal debe renunciar!



[1] Usted, amigo lector, puede leer los argumentos en el orden que prefiera, incluso puede leer uno de ellos e ignorar el resto. De cualquier forma llegará a la misma conclusión: “Para que humanidades viva, Rosenthal debe renunciar”.

[2] Usted, amigo lector, puedo incluso, si así lo prefiere, evitar leer la nota número 1 y así y todo llegará a la misma conclusión.

[3] Y así, como en la nota 2, ad infinitum.





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